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domingo, 16 de octubre de 2016

Ganar es aprender, mejorar y divertirse

Por Jorge

Entrenar a deportistas jóvenes no es fácil, pero cuando no se tienen unos conocimientos básicos, y no me refiero a los técnicos precisamente (aunque también son importantes, claro), y sobre todo cuando no se tiene claro cuales son los objetivos principales que debe acompañar el deporte infantil y de formación, más todavía.

El siguiente diálogo está extraído de la divertida y recomendable película “Pequeña Miss Sunshine” (2006):
- Niña: Me da miedo lo de mañana.

- Abuelo: Eh, eso ni en broma.

(...)

- N: Abuelo, no quiero ser una fracasada.

- A: ¿De dónde has sacado esa idea de ser una fracasada?

- N: Porque papá odia a los fracasados.

- A: Alto, alto, rebobina un momento. ¿Sabes lo que es un fracasado? Un fracasado de verdad es alguien que tiene tanto miedo de no ganar que ni siquiera lo intenta. ¿Tú lo intentas, verdad?

- N: Sí.

- A: No eres una fracasada. Mañana nos vamos a divertir.
Esta es la conversación entre una niña que va a participar en un concurso de belleza infantil, una aberración a mi parecer, pero ese es otro tema, y su abuelo, en la noche anterior a dicho certamen.

La niña, influida por la opinión de su padre que ve el éxito, como ganar, es decir, basado puramente en el resultado, tiene miedo de que si no lo hace no colme así las expectativas del padre. Y el abuelo, más sabio sin duda, le da una lección que bien se podían aplicar muchos de los entrenadores con sueños de grandeza (que equivocadamente piensan que pasa exclusivamente por ganar) que cada fin de semana se dedican a juzgar y valorar a sus jóvenes deportistas por el resultado, y no por el esfuerzo ni por otra serie de valores inherentes al deporte (atención, respeto, deportividad, solidaridad…) que deben estar por encima, y en los que se debe hacer hincapié cuando se enseña/entrena en deporte de formación.

Siempre me saca de mis casillas ver a esos entrenadores que “maltratan” verbalmente a sus jugadores por no acertar durante el juego, mientras pasan por alto comportamientos reprobables que atentan contra los valores mencionados aunque a cambio se consiga el resultado deseado.

Entrenadores que gritan a sus jugadores, y no precisamente por problemas de atención de estos, o incluso de acústica (que no es fácil que te puedan oír en una instalación en la que se están jugando varios partidos a la vez), sino para criticar y en algunos casos hasta humillar a ese joven deportista cuyo único pecado fue errar pese a que se esforzó por hacerlo bien.

Y es que entendiendo que gusta más ganar que perder, todos los días deben ser ganadores independientemente del resultado. Ganar es aprender, mejorar y divertirse indique lo que indique el marcador, porque todo ello es posible aunque el resultado sea desfavorable, y hasta muchas veces no se mejora, no se aprende y no es divertido aún en las victorias.

Ahora que muchos jóvenes inician su andadura en el baloncesto, es buen momento, una vez más, para recordarles a ellos y a los entrenadores y padres, que lo importante es intentarlo, probarse a sí mismos, más allá del resultado. Y que una cosa es corregir y perseverar para tratar de hacerlo mejor, y otra que el resultado de ese intento marque y juzgue a cada uno de esos chavales que se acercan inicialmente al baloncesto para divertirse.

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