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domingo, 11 de septiembre de 2016

Apuntes del verano olímpico

Por Jorge

Una nueva temporada comienza para BA-LON-CES-TO, y ésta no puede empezar sin comentar algunos detalles ocurridos durante los pasados Juegos Olímpicos de Río de Janeiro que tan exitosos fueron para el baloncesto español. Sin embargo no me ceñiré a los resultados, y primero escribiré sobre algunas circunstancias que se vivieron en el acontecimiento deportivo por excelencia, y que nos deberían hacer reflexionar a quienes nos gusta el deporte y defendemos sus valores.

El público brasileño abucheo en ocasiones a algunos deportistas, especialmente a los que no eran brasileños con la idea de tratar de favorecer a éstos. A mi juicio esto es un claro gesto de falta de madurez deportiva que por desgracia se ve influido por el fútbol tal y como fue comentado. Por supuesto no pretendo demonizar al fútbol, pero su influencia es demasiado notable en aspectos negativos más que positivos. Y muchas veces no se es lo suficientemente consciente del perjuicio que hacen determinados comportamientos antideportivos e incluso directamente maleducados de algunos deportistas y sus aficiones, con el consiguiente daño para aficionados y jóvenes deportistas que ven esas conductas como normales e incluso como correctas.

En el siguiente vídeo se pueden escuchar los abucheos que recibió un atleta francés durante una entrega de medallas:


Como aficionado al baloncesto, nunca entendí y sigo sin entender, que algunas aficiones centren sus esfuerzos es protestar a los árbitros o menospreciar a los rivales, cuando deberían dedicarse a disfrutar del deporte y animar a su equipo (o deportistas). Ya lo comentó el jugador de la selección argentina de baloncesto, Manu Ginóbili al hilo de los cánticos negativos que su afición dedicó a uno de sus adversarios:


Siguiendo con el mencionado tema de la deportividad, las retransmisiones televisivas del baloncesto en España tuvieron por costumbre que el narrador olvidara su papel como tal para apropiarse las funciones de comentarista (sobre todo en el caso del baloncesto femenino donde careció de dicha ayuda) de tal manera que no ya es que festejara las buenas acciones de los españoles, hasta cierto punto normal, sino que se “encendiera” en muchas ocasiones acerca de las decisiones arbitrales, e incluso llegara al extremo de “justificar” algunas faltas duras por parte de las jugadoras españolas (partido España-Canadá de la primera fase femenina) como moneda de cambio frente al juego duro de las rivales canadienses.

Curiosamente este periodista, Lalo Alzuela, voz de las retransmisiones de la ACB durante los últimos años en televisión española, está muy bien considerado, y lo cierto es que reconozco que me gustó su trabajo durante esas temporadas, ahora bien, no comprendo algunos de los parabienes que recibió durante los juegos donde se paso tres pueblos con algunos comentarios (como el mencionado) al igual que pasó con otros tantos periodistas que cubrieron otros deportes en los que estaban implicados los equipos y deportistas españoles, y que tomaron los errores de los árbitros como capitales y lo que es peor, como poco menos que únicos causantes de las derrotas españolas.

Mucho ojo con ese tipo de comportamientos y comentarios, porque las retransmisiones son seguidas por muchas gente (especialmente por los más jóvenes), que puede imitarles y crear aficionados que vean a los árbitros casi como adversarios y que sus decisiones les sirvan para justificar sus propios errores cuando practican deporte.


Ya que menciono a los periodistas, habituales a la hora de criticar, durante estos juegos me llamó la atención la facilidad crítica de los aficionados (en las redes sociales), dando importancia a cuestiones triviales que no tienen sentido. Y curiosamente, en el caso español, no entendí la multitud de comentarios que se hicieron sobre los gritos de la jugadora española de bádminton, Carolina Marín, en su mayor parte de mofa pero también de crítica. Reconozco que no entiendo muy bien que finalidad tienen esos gritos y si no dejan de ser una especie de tic, pero si no se hacen con ánimo de ofender al adversario y sólo para cargarse de energía celebrando un punto no comprendo tal crítica. Por cierto, otros deportistas como Rafa Nadal y Pau Gasol, también gritan y hacen gestos enérgicos para celebrar puntos o canastas, y nunca leí comentarios críticos algunos. Por cierto, que no parece que esos gritos de Marín moleste a los entendidos en su deporte.

Por supuesto, como no puede ser de otro modo en un evento deportivo que implica multitud de disciplinas y que se desarrolla varias semanas, y ya que comenté acciones reprobables, también hubo espacio para comportamientos dignos de ser alabados. Así recuerdo dos imágenes que me llamaron la atención, la de un jugador de hockey hierba argentino consolando a un inconsolable jugador español después de que este último perdiera un partido decisivo, o a unos gimnastas dirigirse a otro competidor británico que acababa de perder sus opciones de medalla para mostrarles sus respetos… mientras que el público había celebrado notablemente los errores de ese gimnasta que favorecían a uno de sus compatriotas.

Y la que seguro que fue la imagen de la deportividad, estuvo en la prueba atlética de los 5.000 metros en la que dos atletas se fueron al suelo y luego se ayudaron para poder levantarse y seguir en carrera para a su término fundirse en un abrazo.

Todos deberíamos ensalzar estas muestras de consuelo y respeto frente a la falta de deportividad, para que el comportamiento deportivo cale entre los aficionados y especialmente entre los más jóvenes que se inician en el deporte.

Volviendo al baloncesto y nuevamente a Manu Ginóbili, notable fuente informativa durante los juegos, también tuvo otras palabras (después de jugar su equipo frente a Lituania) que deberían hacer reflexionar a los aficionados, a los deportistas y en particular a los entrenadores de sea cual sea la disciplina deportiva:


Ni que decir tiene que estoy muy de acuerdo con el jugador argentino, y bien harían todos aquellos que desconocen las características del deporte (entrenadores incluidos) que se aplicaran en esa idea, pues el esfuerzo y la garra se debe presuponer como de serie en los deportistas, pero lo que de verdad debe marcar la diferencia es la técnica y la táctica, es decir, en la aplicación inteligente de las habilidades al juego. Otra cosa es que también sea necesaria la intensidad y energía que implica la actividad deportiva, pero la diferencia siempre está en el conocimiento del deporte.

En cuanto a la actuación de los equipos españoles en baloncesto, tan sólo hacer dos comentarios. Uno que tiene que ver con las perennes dudas que parece que siempre tiene el aficionado español cuando no se gana o no se juega como creen que se debiera, me refiero a la selección masculina, de tal modo que igual que se ensalza rápidamente, se baja a los infiernos a cualquier deportista. Y si bien no se debe vivir de las rentas, algún valor deben tener los éxitos pasados para mantener una confianza que a veces muchos les deniegan con sus comentarios. Así me pareció muy a cuento las palabras que dijo un exjugador argentino, Lucas Victoriano (que pasó por el baloncesto español), y que demuestran que fuera si se reconoce la valía del equipo español o por lo menos no generan dudas:


Y no entro en el famoso tema del subirse o bajarse del barco. Decir que no se juega bien no desmerece éxitos pasados si es lo que se cree, como tampoco decir después que se jugó mejor signifique que se quiera subir al mencionado barco del éxito. Simplemente me parece que en general los comentarios que se hacen tanto por un lado como por el otro suelen ser demasiado categóricos, y mejor sería algo más de mesura y equilibrio, para lo bueno y para lo malo.

Ya en una cuestión más deportiva yo también realizaré una pequeña crítica, referida al tema de las rotaciones tanto en el equipo femenino como en el masculino. Y es que para mí disponer de los supuestamente mejores doce significa que se tiene que sacar provecho de todos ellos, y que unas veces jueguen unos más y otros menos en función de las circunstancias. Por supuesto esto es fácil decirlo y no tanto hacerlo, pero creo que el jugador o jugadora tiene que ser capaz de estar preparado para jugar mucho o poco según convenga para beneficio de su equipo, y el entrenador tiene que ser capaz de aprovechar las características de todos.

En concreto y por no alargar más este comentario, creo que Álex Abrines debió jugar más minutos con la masculina de Sergio Scariolo por tratarse de un jugador con buena mano desde el triple frente al bajo porcentaje de acierto durante el torneo, y en el caso de la selección femenina creo que la rotación debió ser más amplia para llegar más frescas al final de la competición. Por cierto, Laura Quevedo no jugó ni un minuto en una final que se perdió por treinta puntos. No sé que justificación tendrá el seleccionador Lucas Mondelo, pero no premiar a su jugadora con algunos minutos para que pudiera disfrutar de una final olímpica me pareció lamentable.

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